Fue ideada como lugar de enterramiento íntimamente vinculado a la Catedral, pero sin fundirse con su arquitectura. Está construida en una sola nave, con presbiterio ochavado precedido de gradas, crucero y coro alto, siendo panteón real de los Reyes Católicos, de don Felipe I, doña Juana I y de don Miguel, príncipe de Asturias. Como capilla funeraria ninguna, en España, le aventaja en tamaño; en ella es preciso resaltar tanto su sencillez como su riqueza por la generosa dotación de la Reina.
La Capilla Real muestra una fachada exterior pues sus otros tres lados están unidos a la Catedral, al Sagrario y a la Lonja. Sus muros están apoyados en contrafuertes que rematan floridos pináculos coronados con antepechos calados y con elegantísima crestería; completan su decoración gárgolas y ventanales de sobria elegancia, sobresaliendo los escudos y las iniciales de los Reyes Católicos. La fachada dispone de una portada de tipo plateresco, con arco semicircular insertando pilastras con figuras de maceros y con el águila bicéfala en el centro; el frontispicio está rodeado de candeleros y consta de tres hornacinas que cobijan la estatua de la Virgen con el Niño escoltada por las de los Santos Juanes.
La arquitectura de la Capilla Real corresponde al denominado estilo Isabel, sus estructuras arquitectónicas, realizadas con gran sobriedad, contrastan con los primores decorativos. Así, los muros lisos se contraponen con los adornos de las cresterías, de las bóvedas, de las portadas, de los motivos heráldicos y del friso azul que recorre la parte alta.
En la distribución de la planta de la cabecera del templo destacan, a ambos lados del presbiterio, dos capilletas hornacinas laterales antes del altar mayor. Los retablos dedicados a santa Apolonia y a san Miguel están forjados en estilo gótico.
A ambos lados de la nave, se observan cuatro capillas, destacando la de la Santa Cruz, que se encuentra cerrada con una reja que centra el eje de la puerta principal del templo. Su retablo barroco, ocupa todo el fondo del conjunto hasta el arranque de las bóvedas góticas, está dividido en tres calles y elevado en dos pisos, donde se percibe una cornisa barroca.
En el centro se encuentra la capilla de la Santa Cruz pletórica de riqueza y obras de arte, como lo muestran las reproducciones de la Inmaculada, San Juan y San José con el Niño en sus brazos. Acentuando la fuerza de atracción del retablo, dos excelentes medias figuras, talladas en madera y policromadas de José Risueño: Ecce Homo y Dolorosa, obras características de la escultura barroca granadina.
El mausoleo de los Reyes Católicos es obra del escultor florentino Domenico Fancelli (1517), y reproduce un sepulcro de forma troncopiramidal, donde la figura yaciente del Rey se singulariza por su militarización iconográfica, luciendo armadura completa cubierta por un manto y las manos descansando sobre su espada. La figura de la Reina se encuentra ataviada con gran sencillez, recogiendo suavemente sus manos sobre el cuerpo.
A los pies de los reyes se ven dos pequeños leones, símbolos de la realeza y de la vigilancia, junto a cuatro tondos envolviendo los lados de la cama sepulcral: El bautismo de Cristo, La Resurrección, San Jorge y el dragón y Santiago. Flanquean los tondos una sucesión de hornacinas con imágenes sedentes de los doce apóstoles. Sobre la cornisa figuran en las esquinas estatuas de cuatro doctores de la Iglesia latina: San Gregorio, San Ambrosio, San Jerónimo y San Agustín.
El mausoleo de doña Juana y de don Felipe yacientes fue obra de tres escultores: Domenico Fancelli, el burgalés Bartolomé Ordóñez y Pietro de Carona. En el conjunto doña Juana presenta un bello rostro y está exquisitamente ataviada a la moda borgoñona, sosteniendo con ambas manos un cetro y exhibiendo un rico collar sobre su pecho. En cambio, don Felipe muestra una armadura bordada con los blasones de Austria, Borgoña, Flandes y de los reinos hispánicos, y un manto con ancho cuello de armiño sobre el que destaca el collar del Toisón de Oro.
El extremo de las esquinas del sepulcro está rematado con estatuas de sátiros que ayudados por angelotes portan divisas e insignias reales: el vellocino de oro, el pedernal y cruz de San Andrés, el haz de flechas, el yugo y las coyundas y la granada heráldica. En los relieves de los tondos se recogen hechos evangélicos: La Natividad, la Epifanía, la Oración del huerto y el Descendimiento. Alegorías de las artes liberales y de las virtudes teologales y cardinales ocupan la mayoría de las hornacinas.
Bajo las tumbas hay una cripta, donde están depositados los féretros reales, de plomo, identificados por la inicial de cada nombre sobre la cubierta; en el centro, los Reyes Católicos sobre una plataforma de cantería; a los lados, los féretros de doña Juana y don Felipe y el pequeño ataúd del príncipe de Asturias, don Miguel. El gran retablo mayor (1520-1522) es obra de Felipe Bigarny, siendo uno de los primeros y más grandes retablos platerescos labrados en España, estando considerado como un fiel reflejo del momento de transición entre las épocas medieval y moderna y entre dos estilos: gótico y renacimiento. El retablo consta de sotabanco, banco, dos cuerpos y ático. El sotabanco tiene como tema dos acontecimientos locales ocurridos durante el reinado de los Reyes Católicos. Son cuatro relieves agrupados de dos en dos; a la izquierda, los Reyes Católicos con los ejércitos cristianos y el rey Boabdil entregando las llaves de la ciudad de Granada (1492). A la derecha, el bautismo de los moriscos (1500).
En el banco el motivo central es la Virgen con el Niño, adorado por los Reyes Magos, representaciones del Bautismo de Jesús y de san Juan en la isla de Patmos. En el cuerpo inferior se observa: el martirio de san Juan Bautista, san Juan Bautista con el cordero, san Juan Evangelista con un cáliz y el martirio de San Juan Evangelista. En el superior están representados Jesucristo con la cruz a cuestas, el Calvario y la Piedad.
El ático, muestra a las tres Personas divinas de la Trinidad. En el lugar más elevado el busto de Dios Padre como anciano con el globo terráqueo y su mano derecha en ademán de hablar; debajo, la imagen del Hijo de Dios, clavado en la cruz; entre ambos, el Espíritu Santo con la tradicional forma simbólica de paloma.
Las calles laterales externas del retablo muestran iconografías de san Pedro y san Pablo, los Evangelistas y están coronadas por los cuatro Padres de la Iglesia occidental.
La reja principal de la Capilla Real es una de las más bellas del XVI español. Concebida a modo de retablo se estructura en pisos y calles. Constado de tres pisos más el ático en sentido horizontal y cinco calles en sentido vertical, separadas por pilares.
En el primer piso, de gran sobriedad, la decoración predominante es el grutesco desarrollada en los pilares, obra de Cubillana, y en el friso adornado a la italiana, combina elementos vegetales, medallones con bustos y figurillas desnudas.
El segundo piso destaca el escudo de los Reyes Católicos por dorados y policromías, para dirigir nuestra atención hacia las tumbas reales. Se complementa la decoración escultórica de este cuerpo con seis apóstoles bajo dosel gótico. Entre este piso y el siguiente se observa un bello friso de grutescos dorados donde predominan los ritmos en forma de ese.
En el ático, la reja se convierte en un retablo iconográfico relacionado con el retablo mayor: Exaltación de la Pasión de Cristo y de los Santos Juanes. Las escenas representan, de izquierda a derecha: Bautismo de Jesús, Decapitación del Bautista, Oración del huerto, Prendimiento, Coronación de espinas, Flagelación, Descendimiento, Entierro, Resurrección y Martirio de Juan Evangelista. Sobresaliendo por encima del festón plateresco la escena cumbre de Cristo en la Cruz, acompañado por la Virgen y San Juan.
En el ático, la reja se convierte en un retablo iconográfico relacionado con el retablo mayor: Exaltación de la Pasión de Cristo y de los Santos Juanes. Las escenas representan, de izquierda a derecha: Bautismo de Jesús, Decapitación del Bautista, Oración del huerto, Prendimiento, Coronación de espinas, Flagelación, Descendimiento, Entierro, Resurrección y Martirio de Juan Evangelista. Sobresaliendo por encima del festón plateresco la escena cumbre de Cristo en la Cruz, acompañado por la Virgen y San Juan.
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