El Realejo fue uno de los arrabales judíos que contaba Granada durante la etapa musulmana, consta históricamente de dos partes bien diferenciadas: de un lado, la zona llana que conserva muy poco de su antiguo trazado urbano; de otro, la alta, en la ladera de la colina del Mauror, que desciende desde las torres Bermejas y que en 1410 dio cobijo a numerosos vecinos de Antequera, por lo que recibió el nombre de Antequeruela, un laberinto de calles estrechas y empinadas que dan cabida a multitud de casas y cármenes que conforman el barrio.
De sus murallas y puertas, entre las que se encontraban las de al-Fajarín, de Neched, de los Alfareros y de los Molinos, no queda ningún resto; en cambio, del viejo trazado sinuoso, típico de las ciudades musulmanas, sólo permanece el de su zona alta. Así que es lógico pensar que el Realejo, al igual que el barrio del Albayzín, del Sacromonte o de la Alhambra, ha crecido desde las cimas de las colinas hacia la vega.
Son muchos los edificios y monumentos que componen el barrio, destacando: la iglesia de san Cecilio, el Campo del Príncipe, el convento de las comendadoras de Santiago, el convento de las Vistillas, el convento de las Carmelitas Descalzas, la Capitanía General, la iglesia imperial de san Matías, la iglesia de santo Domingo y la Casa de los Tiros.
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