La catedral de Granada se erigió junto a la mezquita mayor por estricto deseo de la reina Isabel la Católica en 1505. Aunque las obras no comenzarían a realizarse hasta el año de 1523, siendo Enrique Egas y Juan Gil los encargados de dirigirlas en un primer momento, aunque sería Diego de Siloé el artífice principal de tan majestuosa obra. Durante los años en que el maestro regentó la construcción se levantaron la cornisa del embasamiento general, la puerta de la girola, la sacristía, la portada del crucero (1537), las jambas del arco toral con sus tribunas, la decoración de los altares, la capilla central del ábside (1540), la capilla mayor y se habilitó para el culto la cabecera del templo.
Tras el fallecimiento de Siloé en 1563, se designó para sucederle a su discípulo favorito Juan de Maeda, quien construyó el primer cuerpo de la torre, las estilobatas del segundo y parte del muro oriental. A Maeda le sucedió Ambrosio de Vico, que trabajó en el crucero y la torre; también lo hizo Miguel Guerrero, a quien corresponde las bóvedas del crucero, la nave inmediata y las cubiertas de las capillas de la izquierda. En 1666, Alonso Cano comenzó el levantamiento de la fachada, aunque desgraciadamente no pudo ver terminado su proyecto al fallecer. Le sucedió José Granados, que hizo los pilares de las naves, sus arcos y parte de la fachada principal. Tras la muerte de Granados (1684) tomaron el cargo Melchor de Aguirre y Teodoro Ardemans quienes realizaron la bóveda del coro y parte de los muros del mismo, junto a la finalización de la fachada. En 1703, los maestros Francisco Otero y Francisco Rodríguez Navajas dieron por concluida tan magistral obra, con la consecución de la última bóveda.
El exterior de la catedral está rodeado por diferentes fachadas en las que se abren diversas puertas; así, la puerta del Colegio, realizada con trazas de Siloe y ejecutada por Sancho del Cerro (1530), ofrece una decoración en su entablamento y un medallón redondo en el centro con un relieve del Ecce-Homo. En la fachada de la calle de la Cárcel hay dos puertas: la del Perdón y la de San Jerónimo. La primera es la más ostentosa de la catedral, siendo una obra maestra de Siloe; se encuentra magníficamente decorada, mostrando un arco semicircular ubicado entre pilares y columnas corintias, junto a un tarjetón rectangular. El cuerpo superior de esta portada fue ejecutado Ambrosio de Vico (1610) y tiene relieves de Dios Padre, Isaías y David. La portada de San Jerónimo (1532) muestra en su primer cuerpo pilastras corintias guarnecidas de motivos platerescos, dovelaje en su arco de medio punto, medallones con querubines y cartela sobre la clave, obra de Siloe. El segundo cuerpo fue realizado por Maeda y tiene hornacinas decoradas, junto a un relieve de san Jerónimo. Los ventanales de la izquierda, fueron obra de Maeda y, los de la derecha, de Miguel Campos.
La fachada principal se encuentra en la plaza de las Pasiegas y como bien sabemos fue obra de Alonso Cano (1667), estando dividida en cuatro cuerpos la parte central y en tres las laterales, con dos medias columnas en los frentes, los costados y las puertas. La puerta central, con arco semicircular y pilastras, nos ofrecen la visión de la estatuas de san Pedro y de san Pablo, de Pedro Duque Cornejo y, un tondo con relieve de la Encarnación (1717), realizado por José Risueño. Los laterales tienen relieves de la Visitación y la Asunción de la Virgen, junto a unos ángeles. En la cornisa se observan medallones con relieves de los evangelistas y grandes estatuas con representaciones del Antiguo y Nuevo Testamento. En el segundo cuerpo central hay una claraboya estrellada en medio de un ático finalizado con un jarrón con azucenas y, claraboyas de formas circulares en el centro del otro ático.
La torre es obra de Siloe, de Maeda y Vico. El cuerpo octagonal muestra en su interior pilastras con hornacinas, arcos y entablamento dórico; el segundo es de estructura jónica con pilastras y arcos; y el tercero corintio, con arcos para las campanas.
El interior de la iglesia es de forma renacentista, alzada sobre planta gótica, disponiendo de cinco naves, capillas laterales y capilla mayor. El alzado de las naves sobresale en el crucero y nave media; las dos primeras naves secundarias se cierran ante el crucero mayor, a la par que se abren la capilla mayor por la cabecera de la nave central, visible en su totalidad a través del arco toral. Las capillas de la izquierda poseen bóvedas de cañón con artesones, realizada por Miguel Guerrero; mientras que las de la derecha fueron realizadas por Granados.
Las vidrieras de este templo son muy valiosas, siete de ellas se trajeron de Flandes, representando escenas de la vida de la Virgen, de los Apóstoles, de los Santos Padres, las de los Evangelistas y la Virgen de los Dolores.
La capilla mayor es una de la obras cumbres de Siloe, su estructura redonda y elevadísima, ofrece un arco toral que disminuye conforme se eleva; las jambas del toral tienen balconcillos y están decoradas de modo plateresco y, encima aparecen las figuras orantes de los Reyes Católicos, realizadas por Pedro de Mena. Sobre ellas, en dos tondos se encuentran los bustos de Adán y Eva. El interior de la capilla da cabida a dos órdenes de columnas corintias y entablamentos con relieves, rematándola una cúpula baída sostenida por diez aristones. El primer cuerpo posee doce semicolumnas y repisas barrocas sujetando las estatuas de los Apóstoles. Sobre los arcos que comunican con la girola se ven huecos adinteladados, para sepultura de los cuerpos reales.
El segundo cuerpo, con sus semicolumnas corintias y entablamento en sus huecos, nos ofrece retablillos de piedra y siete cuadros de la vida de la Virgen pintados por Alonso Cano. Sobre el cuerpo se observan catorce ventanas con vidrieras representativas de la Pasión. En el interior de la capilla se encuentra el coro, con sillería del siglo XVI; el facistol hecho en caoba, con adornos de piedras serpentina y bronces dorados; los púlpitos de mármol (1713-1717), realizados por Francisco Hurtado Izquierdo; y las lámparas de plata, diseñadas por Alonso Cano.
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