Se trata de una de las capillas más relevantes de la Catedral, estando dedicada a la Virgen que lleva el mismo nombre; se representa con una talla llevando el Niño Jesús en sus brazos, obra del arte alemán del siglo XV, restaurada en los XVII y XVIII. De ella se cuenta que fue traída a Granada por el ejército cristiano durante la reconquista y cedida por la reina Isabel a esta ciudad. Hasta el siglo XVIII ocupó un retablo, ya desaparecido, en la Catedral, realizado por Diego de Navas y Pedro de Raxis, con esculturas de Pablo de Rojas y Diego de Aranda, actualmente ubicadas la mayoría de ellas en la girola.
El arzobispo don Martín de Ascargorta mandó, en 1716, construir el nuevo retablo a Pedro Duque Cornejo, que llevó a cabo una de las obras más vanguardistas y originales del barroco andaluz de la época. La figura de la Virgen ocupa el centro del conjunto, estando salvaguardada por los obispos san Cecilio y san Gregorio, relieves del Nacimiento, la Presentación, la Inmaculada, el Matrimonio, la Anunciación, la Asunción de la Virgen y un conjunto de pequeñas pinturas de la vida de Jesús, distribuidas en las estípetes y cartelas del retablo, que coronan dos figuras de Evangelistas en sus extremos y otra del Arcángel san Miguel, todas obras de Pedro Duque.
A los lados de la capilla, se pueden apreciar grandes arcos semicirculares acompañados de varios lienzos con los retratos de los Reyes Católicos, pintados en 1649 por Francisco Alonso Argüello. Bajo el arco de la derecha está sepultado Antonio Velázquez de Mampaso, y a los pies del altar, el duque de San Pedro de Galatino, conde de Benalúa, fallecido en 1936.
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